“Caminante se hace camino al andar”. Una frase que he escuchado y visto en dos momentos importantes de mi vida, de la boca de Joan Manuel Serrat, cuando necesitaba guía y mi abuelo supo responderme de esa forma y la frase un poco más corta – se hace camino al andar- grabada en pintura en una pared de color azul cielo en aquel viejo edificio, recordándome que mis caminos los elijo yo.
Hay fantasmas en este mundo, seres y personas que están pero no están, hay artistas que son aquellos que se encargan del acaparamiento del reflector, hay espectadores que son los que observan y algunas veces asisten a los últimos dos, haciéndoles notar o colocándole los pies en la tierra. Sin embargo hay personas especiales, bohemios y gitanos que le cantan a sus ideales sin importarles lo que los demás piensen de ellos, sin importarles los aplausos del público o los teatros llenos, el maestro Silvio Rodríguez y su frecuente paisano Pablo Milanes son ejemplo de ello, ejemplo de mi tierra que yace fantasma en mi ser, y no se plasma si no solamente cuando escucho sus sonatas.
Pero hay un ser, un músico, un bohemio, un gitano, un viajero pero en especial un HUMANO, que logro inspirar a generaciones completas, que se convirtió en huella a seguir por muchos, que se plasmo al mismo nivel que un Borges que hipnotizaba con sus poesías, un ser que sufrió , padeció, convivió con la muerte de su sangre y quien eligió para ser su Eva. Facundo Cabral, tú no mueres, sólo tu cuerpo se va, este humilde aprendiz de escritor se siente soberbio al darte estas palabras.
La gente no dira trovador sin pensar en ti, no se leerá poesía sin imaginarte a ti con tu guitarra. Qué la paz que tanto abanderabas se haga contigo, mis más profundos respetos.
